miércoles, 4 de mayo de 2016

A ti, que gobiernas mi mundo...

Como antaño ya no es
ni será ni serás ni seré…
Este mundo es inframundo,
donde impera la resignocracia,
donde abundan los borregos
siguiendo vuestro puto cauce
que nunca desemboca,
solo salen de vuestra boca
calumnias, farsas y chirigotas.
Somos carne, no de cañón,
sino de varios listos hipócritas…
Ya no os creo, ya no os leo,
no os escucho y os escupo
como ustedes escupís
pero yo no ensucio,
y si lo hago limpio, y limpio,
y no hago crecer la mierda
como si fuera mala hierba…
Porque yo lo único
que quiero ver crecer
no es la injusticia,
sino la justicia
que vuestros padres construyeron
y estáis destruyendo…
Podréis ser más listos,
más guapos y con dinero
pero sois egoístas, ambiciosos
y rastreros, lo siento…
Yo os invito a seguir la flecha
que os lleva a vuestro comienzo
y recordéis aquellos años
en los que no existía el miedo,
solo la alegría, el consuelo,
donde los valores no eran estos,
sigue la flecha
busca el teléfono y llama
a tu corazón y escucha…
Seguro que despiertas
de tu mal sueño y miras
a tu alrededor y sientes
lo que yo siento…
Y lo siento…
Pero es lo que pienso…

ImAgInAtÍvAtE
Jesús David Cosano Cejudo

jueves, 4 de junio de 2015

Aprendiz

Aprendiz de todo,
maestro de nada,
la vida pasa...,
y pasa...
al igual que la uva,
si de ella vino no haces,
se arruga...,
se hace pasa...

Aprendiz de vida,
aprendiz de muerte,
carrera contrarreloj
hacia un destino...,
que no se elige...
que no se quiere...

Aprendiz de muerte,
maestro al fin...,
cuando de ti nada queda,
solo el recuerdo...
de lo que un día escribí...

Maestro de versos,
aprendiz de nada...
mi alma vagando...,
mis versos presentes
al otro lado...,
donde de nuevo...
la vida pasa...
y pasa...

ImAgInAtÍvAtE
Jesús David Cosano Cejudo

miércoles, 3 de junio de 2015

El Poeta que no sabía escribir... (Soneto)

Antaño habitaba un viejo Poeta,
con miles de historias queriendo contar,
a pueblos y aldeas haciendo llegar,
lindos poemas de su mente inquieta...


Pero ese viejo de oscura chaqueta
llevaba tristeza y un muy gran pesar,
porque esas historias no pudo plasmar
ni en una simple y sencilla libreta...


Y al viejo Poeta se recordará
por sabio, por bueno y por su buen hacer,
y su nombre en la historia perdurará...


Y el Poeta murió, solo, sin padecer,
dejando poemas que el mundo verá,
amando lo que más le gustaba hacer...


ImAgInAtÍvAtE


Jesús David Cosano Cejudo




domingo, 31 de mayo de 2015

Poema dedicado a mi mujer el día de su cumpleaños...


¡¡Felicidades!!
————————————————————————

Ya llegó otro día, como si no tuviera espera,
en el que esa cara tan bonita cumple otra primavera,
por eso brilla tanto este sol que nos acecha,
por eso las nubes ni salir se plantean.

Y es que cada año, vida, tu eres más bonita,
y es que cada año, eres la estrella que más brilla,
porque estrellas como tú , pocas,
porque tu eres tan así, tan distinta y tan sencilla.

Y un humilde servidor, tu compañero de por vida,
quiere hacerte un buen regalo, para que sonrías,
y como un diamante no puedo, te regalo una poesía,
y que sepas que te quiero más aún que el primer día.

Así que disfruta este día con esmero,
con familia, tus hijos, y el que escribe esto
y llena de melancolía tu corazón tan perfecto,
que yo te ayudaré con el mío, por supuesto.

Y que sepas que aunque muchos cumplas más,
quiero cumplirlos contigo, y aunque tengas que aguantar
mis continuos desvaríos, que sepas que es por cambiar,
por tener un mundo mejor contigo...

ImAgInAtÍvAtE
Jesús David Cosano Cejudo



domingo, 10 de mayo de 2015

La última función

Todo estaba preparado para la última función del día. En la pequeña caravana aparcada en el lateral exterior de la carpa  que resguardaba de la lluvia a los animales, Sofía terminaba de maquillarse para su número de escapismo. Debía ser espectacular. Salir de una urna de cristal llena de agua con su cuerpo encadenado en no más de tres minutos, que era lo máximo que podía aguantar sin respiración después de muchos años preparándose para tal espectáculo. La última vez que lo realizó fue un éxito rotundo, en el pequeño pueblo de Morieland. Y deseaba que ese momento se repitiera otra vez... 

En la carpa principal, su compañero de función y  pareja sentimental, Frédéric, ultimaba los últimos detalles de la urna, repasando al milímetro toda la estructura y los sistemas de seguridad junto a Román, el joven y apuesto domador de leones, contratado no hacía más de seis meses por la dirección del circo. Todo parecía estar perfecto, así que era hora de tomar un pequeño tentempié y descansar un poco antes de la gran tarde. 

—¿Preparada cariño? 
—Si Frédéric, pero ando un poco preocupada. 
—¿Por qué? 
—Por ti. Hace semanas que no eres el mismo, estás distante, ausente, no te noto tan cerca como antes. 
—No te preocupes Sofía, llevamos dos meses que no paramos, de pueblo en pueblo, sin apenas descansar, y seguramente tal estrés me empuje a actuar así contigo. 

Sofía se acercó a besar a Frédéric, pero todo se quedó en un simple roce en la mejilla. 

—Debemos descansar Sofía, pronto estaremos de nuevo en la pista. 
—Si. Será lo mejor. 

Frédéric despertó nervioso, más nervioso de lo normal. Se vistió rápidamente y se calzó las botas de goma altas para no manchar su traje camino a la carpa principal debido al barrizal formado por la fuerte lluvia caída horas antes. Ya estaban todos allí. Trapecistas, payasos, enanos, el domador, todos menos Sofía. 

—¿Habéis visto a Sofía? 
—No Frédéric, llevamos un buen rato aquí y no la hemos visto. 

Salió apresuradamente hacia el exterior, justo en el momento en que entraba Sofía, con un pequeño paraguas rojo y muy hermosa, tan hermosa que jamás la recordaba así. Pero solo eso, una mujer guapa, nada más. Todo lo demás había desaparecido... 

—¿Donde te habías metido? 
—Estaba en la caravana de Elsa, la directora, que tenía la mujer ilusión de que hoy estuviera especialmente hermosa, no sé qué mosca le habrá picado. 
—Y lo ha conseguido, estás muy guapa. 
—Gracias Frédéric. 
—De nada Sofía..

El espectáculo discurre con normalidad. Payasos y enanos habían hecho las delicias de los más pequeños, y los animales habían actuado de maravilla, y ya descansaban y comían en su acogedora carpa. Solo quedaba la última actuación, la más esperada... 

Frédéric y Sofía aparecieron por el gran arco del circo cogidos de la mano, tan sonrientes y amables como de costumbre, saludando a todos y cada uno de los espectadores que esa tarde abarrotaron las gradas del circo. En el centro esperaba la urna llena de agua. Una urna de cristal reforzado que podía contener perfectamente unos mil litros de agua. Frédéric despojó a Sofía de su capa, que dejó ver su perfecto cuerpo, un cuerpo muy logrado gracias a tantas y tantas sesiones de pesas y gimnasio para mantener la línea y una dieta digna de los mejores deportistas. Esa tarde lucía un bañador azul con bordados en dorado, al igual que el pantalón de su compañero Frédéric, sino que éste llevaba una camisa negra muy ajustada, tan ceñida que le abultaba los pectorales de una manera exagerada, pero eso a él le gustaba, era bastante presumido. 

Hizo un pequeño gesto con la mano y Ginés, el trapecista, cambiado ya con otra vestimenta para la ocasión, se acercó cargando en sus manos un montón de cadenas y candados, todos plateados, que fueron apresando a Sofía poco a poco, hasta que apenas lograba verse nada de su maravilloso cuerpo, solo un amasijo de hierro y su preciosa cabeza, igual de sonriente que comenzó el espectáculo. 

La grúa enganchó a Sofía, ayudada por Frédéric, y la subió hasta justo encima de la urna. Su compañero, segundos antes, le había dado las instrucciones precisas para escapar de tanta cadena, y, sin que nadie se diera cuenta, como hacen los magos, le había dado en su mano derecha atrapada por una enorme cadena, la llave que abre el primer candado, el que hace que el truco discurra con normalidad, puesto que los demás estaban distribuidos estratégicamente para poder librarse de ellos sin necesidad de abrir ninguno más.

Al dar la señal de preparada, la grúa dejó caer a Sofía bruscamente a la urna de cristal, salpicando unos cuantos litros fuera de la misma al impacto. Cuando se recobró de la caída, a través del cristal se podía ver su cara igual de simpática y atractiva mientras empezó a forcejear con aquellas pesadas cadenas. Frédéric estaba nervioso, algo le inquietaba, y empezó a sentirse mal, pero aguantó el tipo como buen ilusionista que era. Sofía llevaba más de un minuto y aún no se había librado de ningún candado, su cabeza giraba a un lado y a otro, como buscando algo, pero cuando volvía a mirar al frente seguía sonriendo, así que nada podía ir mal. Román, el domador, se acercó a Frédéric…

—No creo que sea normal tanto tiempo para el primer candado…
—No te preocupes, Román, seguro que está nerviosa y no atina a introducir la llave.
—Treinta segundos más y aviso de nuevo a la grúa para que la saque.
—Haces eso y tus días estarán contados aquí, te lo aseguro.

Román quedó de piedra. No se esperaba esa contestación para nada, y mucho menos de Frédéric, con el que había tenido estos meses muy buena amistad, menos desde hacía unas semanas, que estaba más distante de lo normal, pero no le había dado importancia.

Sofía estaba nerviosa. Había pasado un minuto y medio y algo pasaba. Y al mirar de nuevo al frente, su rostro había cambiado. En sus labios solo se leía la palabra “ayuda”. Román, sin pensarlo, y sin hacer caso a lo que Frédéric le había dicho hacía unos segundos, salió corriendo mientras Sofía no paraba de agitarse dentro de la enorme urna de agua, intentando sin éxito liberarse aunque sea de una maldita cadena.

Román volvió casi sin aliento al lugar donde Frédéric observaba a su compañera de profesión y vida como se ahogaba luchando por poder liberarse de aquella pesada carga que él mismo le había colocado.

—¡Frédéric por Dios!, ¡haz el favor de reaccionar de una puta vez!, ¡La grúa no funciona!, no sé que demonios le ha pasado pero el técnico está intentando arrancarla y no lo consigue… ¡No nos queda tiempo Santo Dios!
—No podemos hacer nada. Sofía se va…, lo sé…, es imposible. La urna no se puede romper debido al cristal con el que se fabricó, y la altura a la que está colocada hace imposible su acceso sin una grúa…

Román empezó a llorar, los espectadores comenzaron a gritar presas del pánico, de la angustia de aquella escena, de ver como aquella pobre artista, tan joven y hermosa, iba soltando sus últimos espasmos, cada vez más lentos, mientras su mirada se clavaba en el hombre que había acabado con su vida. Ella lo sabía y se dejó llevar… La llave que le había pasado no era la de aquel primer candado, lo supo desde el primer momento que intentó abrirlo, y sin embargo siguió intentándolo… Su vida se apagaba, mientras Frédéric, maldito Frédéric, esbozaba una tímida sonrisilla mientras Román, a su lado, estaba de rodillas en el suelo, sin fuerzas, llorando por ella, por no haber podido hacer nada por salvarla…

Todo se acabó. Sofía seguía en el fondo de la urna, con sus ojos abiertos, pero su vida perdida. Mientras la policía desalojaba el recinto organizadamente y el cuerpo de bomberos intentaba acceder al interior de la urna para sacar el cuerpo sin vida de la joven, Román se acercó a Fréderic de nuevo…

—Que llave le diste, maldito hijo de puta…
—No lo sé Román, debí equivocarme…
—Es imposible Frédéric, he visto como tienes todo organizado y no me cuadra nada, la verdad, creo que voy a ir a hablar con la policía…
—Muy bien Román, me parece perfecto… Yo iré a contarle a tu mujer y a tu pequeña los buenos ratos que echabas tirándote a Sofía, maldito domador de mierda…
—Lo sabías…
—Desde el primer momento. Pero ya se acabó Román, tendrás que buscar otra gatita a la que domar…

Román abandonó el circo al día siguiente, sin dar explicaciones, y Frédéric, cada día, iba a la caravana de Elsa, para tomar una botella de vino, regocijarse con su cuerpo, y recordar cómo fue aquella noche, cómo él cambió la llave del maldito candado, y como ella fue capaz de arrancar los cables de la batería a la dichosa grúa...

ImAgInAtÍvAtE 
Jesús David Cosano Cejudo


jueves, 23 de abril de 2015

Pequeño aprendiz de poeta

Publicado en Google Play Libros mi primer trabajo para los más peques de la casa. Un libro con poesía para colorear en el que los más peques se divertirán leyendo y dibujando...

https://play.google.com/store/books/details?id=1NxzCAAAQBAJ

sábado, 28 de marzo de 2015

Historias de medianoche...2

Desperté de aquella pesadilla icómoda. Desperté sudorosa, temblorosa, y con un extraño frío que recorría cada milímetro de mi piel. Bajé de la cama con una sensación incómoda, una sensación que nunca antes había experimentado. Ese sueño fue horrible. Llegué a tientas al cuarto de baño, con la cabeza gacha temiendo que hubiera sido verdad, que no hubiera sido producto de mi imaginación. Me lavé la cara con agua fría, tan fría que mi cuerpo dio un espasmo de contracción al sentirla en mi rostro. Sin levantar la mirada del lavabo me giré, rápidamente hacia la puerta, pero algo en mi interior me decía que tenía que mirar, que tenía que asegurarme de que aquello no había sido real. Me paré justo debajo del marco de la puerta, armé todo mi cuerpo de valor, me giré muy despacio... y allí estaba yo, mirándome desde el espejo, con los ojos en blanco, y una pequeña sonrisa que no auguraba nada bueno...